RAYMOND DEPARDON


Italy, 1980. © Raymond Depardon/Magnum/LDH

RAYMOND DEPARDON nace el 6 de julio de 1942 en Villefranche-sur-Saône (Rhône).

En 1954, su hermano le regala por su aniversario un aparato 6x6 de la marca Lumière. Realiza sus primeras fotografías. En 1956 obtiene el certificado de estudios y su padre le regala otra cámara 6x6. Empieza a trabajar como aprendiz en una tienda fotográfica de Villefranche-sur-Saône.

En 1957 se inscribe en un curso de fotografía por correspondencia con el objetivo de obtener el título de “operador fotográfico”, y recibe sus primeros encargos para que fotografíe a futbolistas amateurs.

En 1958 se instalaren París, donde trabaja como asistente del famoso fotógrafo Gilles Foucherand.

En 1960, durante un viaje por el sur de Argelia, descubre el desierto, que se convertirá en una obsesión y un motivo cardinal en su obra fotográfica y cinematográfica. Aquel año empieza a colaborar como reportero de la agencia Dalmas, que le envía por primera vez a hacer un reportaje al Sahara, donde sigue la expedición SOS-Sahara. Publica el reportaje en Paris-Match y recibe una gran acogida crítica. En sus reportajes, cubre las salidas nocturnas de gente famosa, las crónicas de sucesos, los juegos olímpicos (Tokio, 1964) y realiza numerosos reportajes en el extranjero (la construcción del muro de Berlín, las guerras de Argelia y Vietnam, etc.).

En Argelia efectúa su primera publicación relevante fotografiando una misión militar francesa en el desierto, y cinco años después de entrar en Dalmas, se convierte en el principal reportero de la agencia.

En 1966 crea la agencia Gamma, junto a Hubert Henrotte, Hugues Vassal y Léonard de Raemy, a los que pronto se une Gilles Caron. En Gamma se propone un funcionamiento precursor de una agencia fotográfica que permite al fotógrafo firmar sus fotos, mantener los derechos de autor y disponer de mayor autonomía y responsabilidad. Depardon realizará reportajes en Biafra, Praga, Chile, Indochina o el Chad.

En 1969 realiza su primera película, Ian Palach, un cortometraje rodado en Checoslovaquia un año después de la represión soviética en la Primavera de Praga. La película es un homenaje a un joven checo que se inmoló en la plaza Venceslao, y cubre el minuto de silencio y la ceremonia en su recuerdo.

En 1970 viaja al Chad por primera vez, junto a Gilles Caron y Robert Pledge, donde realizará sucesivos trabajos fotográficos y varias películas. La primera es el cortometraje Tchad 1: L’embuscade, realizado en 1970, que describe el ataque del que fueron víctimas los tubus que acompañaban a Depardon en el palmeral de Aozou.

En 1973 asume la dirección de la agencia Gamma tras una crisis interna. Contrata a diferentes reporteros y consigue dinamizar la agencia de nuevo cubriendo el golpe militar chileno. Publica el libro “Chili”, junto a David Burnett y Chas Gerretsen, por el que reciben la Medalla de Oro Robert Capa.

En 1974, le propone a Valéry Giscard d’Estaing seguir su campaña presidencial, pero éste no autoriza la difusión del film hasta veintiocho años después, bajo el título de 1974, une partie de campagne. Poco después realiza otros dos cortos en el Chad, en los que entrevista a Françoise Claustre, una etnóloga francesa retenida como rehén por los tubus, y que obtienen una gran resonancia internacional.

En 1989 retomará el “asunto Claustre” en una película de ficción, La captive du désert, en la que Sandrine Bonnaire interpreta el papel de Claustre. De este modo, siempre animado por su interés humanista, la pasión fotográfica y el anhelo de crear con su obra –en expresión de Daney– “una comedia humana”, Depardon alterna sus “films de reportero” en instituciones o países extranjeros, con sus “films de fotógrafo”, donde prevalece la composición estética a la voluntad de registrar la realidad de la manera más discreta y transparente. Esta doble naturaleza de su obra surge de procedimientos distintos:
“Tengo dos métodos de trabajo –ha declarado Depardon–. El primero corresponde a cuando filmo con la cámara en la espalda, el cine directo, en lugares conocidos o desconocidos, lo que, de hecho, no cambia nada. Lo que encontramos en todas las películas conocidas: Reporters, Faits divers, San Clemente, Urgencias... es un método de rodaje más bien documental, en el que dejo hablar al sonido. Pero también he hecho algunos experimentos, quizás más fotográficos, incluso diría “poéticos” si la palabra no estuviera tan ensuciada por el mal uso. Es el caso de Tibesti Too, New York, etc., en las que sin duda me comporto más como fotógrafo. Construyo las cosas de manera más personal: dejo venir a las imágenes, hago un encuadre fijo... Son películas más visuales. La captive du désert está en esta línea. Fotografío a la gente de lejos, a una gran distancia: dejo hablar a la imagen, es una aproximación más tímida, más púdica. Es lo contrario de un cine de intervención”.

Sea como fuere, el cine de Depardon se caracteriza siempre por su pudor y aparece en su conjunto como un cuaderno de notas personales, con imágenes y sonidos melancólicos y discretos, y una confianza enorme en el cine como aparato de registro de la realidad, sin manipulaciones ni adornos estilísticos, según la fórmula reivindicada por Jean Eustache: “cuando la cámara rueda, el cine se hace”. Durante los siguientes años, Depardon publicará numerosos libros fotográficos y en su obra cinematográfica emprenderá un recorrido por distintas instituciones públicas y privadas, en un recorrido que ha llevado a compararlo con Frederick Wiseman, aunque el estilo de Depardon es más lacónico, seco y distanciado.

En 1977 dirige su segundo largometraje, Numéros Zéro, sobre el lanzamiento de un nuevo diario parisino: “Le matin de Paris”.

En 1979 abandona la agencia Gamma y se une a la cooperativa Magnum.

En esos años cubre la guerra civil en el Líbano o la situación de Afganistán tras la intervención militar soviética. En 1980 rueda una de sus obras mayores, San Clemente, en un hospital psiquiátrico veneciano, y una película sobre su propio oficio y mundo laboral, Reporters, que se convierte en uno de sus films más vistos, premiados y apreciados.

En 1981 funda con Pascal Dauman su propia sociedad de producción de films y, poco después, realiza una “correspondencia neoyorquina”, publicada en Libération y, más tarde, en un libro. Mientras, realiza un largometraje sobre los policías del quinto arrondissement de París (Faitsdivers, 1983) y su primera película de ficción, Empty quarter (Une femme en Afrique). Abandona el proyecto de realizar una película en Nueva York, y con los vestigios de esa película invisible firma unos de sus cortos más hermosos, New York, N.Y.

En 1987 realiza con Claudine Nougaret Urgencias, un retrato sostenido de las urgencias psiquiátricas en el Hôtel-Dieu de París que posee una enorme vibración emocional, y en laque su estilo cinematográfico queda ya totalmente definido y depurado.

En 1989 fotografíala caída del muro de Berlín, y tras dirigir La captive du désert recibe el Gran Premio Nacional de Fotografía. Funda con Claudine Nougaret la productora Palmeraie et Désert con la que emprende el proyecto Afriques comment ça va avec la douleur? (1996), otra de sus obras principales, en la que recoge su experiencia como fotógrafo en África. Progresivamente, los films de Depardon se van sucediendo como una especie de autorretrato y de autobiografía indirecta del propio cineasta, a la vez que prosiguen la crónica de los mecanismos de poder y la puesta en escena de las instituciones, como el estamento judicial en Delitos flagrantes (1994) y 10ª Sala • Instantes de audiencias (2004), para la que obtiene una autorización excepcional para rodar en las audiencias de la Sala de lo Penal de París.

En 1998 dirige Paris, en la que el papel principal lo interpreta el fotógrafo Luc Delahaye, miembro de la agencia Magnum, y en 2000 realiza su primera gran exposición en la Maison
Européenne de la Photographie, constituida por Détours, Voyages à travers les livres publiés y Errances.

En 2000, inicia un proyecto de tres films consagrados al mundo rural y que suponen un retorno a sus orígenes. Hasta el momento ha dirigido dos hermosas películas de este tríptico, Profilspaysans: l’approche, centrada en la vida en el interior de las granjas, y Profils paysans: le quotidien, en los que su implicación y conocimiento de primera mano del tema tratado permiten que el cineasta esquive todos los riesgos de los films bucólicos, para mostrar un retrato áspero, preciso y muy delicado de la vida en el campo.

En 2002, realiza en el Chad Un homme sans l’Occident, adaptación de la novela de Diego Brosset, y durante estos años no deja de realizar cortos y piezas breves y periféricas a su principal producción cinematográfica.

En 2004, emprende el gran proyecto de fotografiar Francia y su territorio, en un trabajo que le llevará cuatro años. En la actualidad prepara el largometraje La vie moderne, con el que cerrará la trilogía Profils paysans.

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