El acto de fe en la fotografía de Luis Brito. PAPEL LITERARIO. GRISEL ARVELÁEZ 26 DE MAYO 2013 - 12:01 AM

El acto de fe en la fotografía de Luis Brito

Serie Elanor Rigby, 1989/Luis Brito
Serie Elanor Rigby, 1989/Luis Brito
El fotógrafo y creador no pierde de vista comentarios atinados acerca de muchas cosas, sobre todo respecto a la importancia de su esencia como ser humano, amigo y venezolano

26 DE MAYO 2013 - 12:01 AM

Días antes de la inauguración de Espíritu expuesto. Antología fotográfica de Luis Brito, (Sala TAC de Trasnocho Cultural, Caracas, abierta hasta el 16 de junio), este incansable fotógrafo tuvo un encuentro con la prensa. Aunque el hecho suena muy formal, el espíritu que Luis Brito tiene y expuso hizo de este conversatorio un escenario cómodo en el que se dio a conocer más en su esencia como creador; también nos permitió soltar carcajadas en la medida que surgía su habitual espontaneidad, simpatía y mordacidad. No pierde de vista comentarios atinados acerca de muchas cosas, sobre todo respecto a la importancia de su esencia como ser humano, como amigo y como venezolano. “Mi fotografía es un compromiso conmigo mismo, es un compromiso con mi época, con mi tiempo y fundamentalmente con el ser humano”. Le importa él mismo como persona, su obra, su lenguaje fotográfico, sus amigos; le importa muchísimo su país. Su curador y amigo, Antolín Sánchez, le acompañaba a un lado, aportando ideas y anécdotas acerca de la obra, del artista y del enfoque curatorial. Quedaba evidente la amistad simbiótica que existe entre ambos fotógrafos.
Sin mayores preámbulos se abre la conversación y Luis Brito nos comenta: “En el 75 asumo la fotografía no solamente como trabajo sino como cosa de vida, como aquello que me alimenta. Hay cosas que no podía hacer, me hubiese gustado ser escritor, haber sido músico. A partir de esa fecha asumo la fotografía como una forma de lenguaje”. Brito sigue narrando hasta decirnos que considera que su serie Los desterrados significó para él no sólo su inicio como fotógrafo sino una especie de exorcismo. Rememora que en aquella época salió a fotografiar con una cámara que le había prestado Vladimir Sersa y fue directamente a la Semana Santa en Santa Teresa y San Francisco. “¿Por qué fui? No puedo decirlo, no se cómo decirlo. A principios del 75 comienzo a hacer la serie Los desterrados y mucho tiempo después descubro que esta serie tiene que ver con ese exorcismo. Lo que pasa es que yo me negué a hacer la primera comunión porque pensaba que el cura me pegaría y me daría coscorronazos, entonces tenía miedo, tenía pesadillas con el diablo y con un montón de cosas. Yo soy un individuo de pueblo, que vengo de un pueblo. Asumo la vida, la muerte, la religión… que es lo que asumen los pueblos. Me di cuenta, muchísimo tiempo después, que lo que hice fue botar fantasmas que tenía con la religión”.
Sus pinitos en la fotografía se los debe al mundo teatral. Probablemente sea este el núcleo desde donde germinó esa estética del desgarramiento (ese desgarramiento al cual se refirió Juan Carlos Palenzuela respecto a la obra del fotógrafo), esa hermosa tragedia griega que tanto se siente en su mundo visual. En sus palabras: “[Cuando fotografiaba para teatro] quería hacer la foto en el escenario mismo, arriba. Y, generalmente, José Ignacio y todos ellos me decían, 'Gusano', Luis Brito, vente para acá para que hagas las fotos. El teatro es eso, es dramático”.
Detrás de la exposición Espíritu expuesto… existe una investigación amplia motorizada por el trabajo en conjunto del propio Brito con Antolín Sánchez, Ricardo Limongi (diseño del catálogo), Alberto Asprino y Laura Terré, así como con la museografía de Maitena de Elguezabal y Rafael Santana. Entre ellos formaron un conjunto de letras y saberes que dan cuenta, de manera más vivida y concreta, de la obra de Brito como conjunto plástico. La historiadora y comisaria de arte Laura Terré lo describe como un creador con preocupaciones verdaderas y caracteriza su estética con una frase hermosa frase: tiene un “aroma de autor”. Una curaduría que partió del dilema de cómo elegir sólo medio centenar de piezas de una trayectoria tan amplia. Trabajo arduo que Sánchez resolvió dejándose llevar por aquel esteticismo que él encuentra en la obra de Brito. Este curador, con las siguientes palabras, ilustra el camino con el que fue definiendo la selección de piezas: “Una obra con tantas aristas como la de Luis puede aceptar muchas lecturas. Podría usarse el gancho geográfico -que lo hay-, o puede hacerse una lectura a partir de lo cronológico. Pero había un elemento que me parece marca el trabajo de Luis desde siempre -que incluso lo marca por encima de su voluntad-, que es su visión espiritual o mística de la vida. Es curioso porque ese misticismo no se plantea al comienzo. Él no dice “es que quiero tratar estos temas”, sino que nace a partir de la estética que él aplica a cada trabajo. (…) Y, aunque parezca contradictorio, Luis es un esteticista -y estoy utilizando el calificativo sin mayor carácter peyorativo. Es un esteticista que parte de una rigurosidad extrema. Una rigurosidad que casi un acto de fe. Como un acto de fe que no se discute, él dice “esta serie será en esta proporción”, y eso es un acto de fe del que no lo saca nadie… ni él mismo”.
                                      
RECUADRO
Entre imagen y sonido: ¿Recuerdas a Eleanor Rigby?
Realicé un ejercicio visual y sonoro: revisé la serie ¿Recuerdas a Eleanor Rigby? (1989) mientras escuchaba la canción que inspiró a Brito al crearla, Eleanor Rigby, de The Beatles.  Encontré que el discurso visual se integra perfectamente con el musical: esta serie tiene completo engranaje con el ritmo dado por los instrumentos de cuerda, así como también discurre con la fuerza, la esencia y la letra de la canción. Agitación, melancolía y soledad son sensaciones que se abren al ver aquel cielo, brillante, muy azul celeste, de las fotografías de Brito y que se acentúa en un lenguaje cónsono con la esencia Beatles. Un cielo abierto a su propia inmensidad inmaterial, custodiado por esculturas de ángeles solitarios, algunos fragmentados, ubicados en primer plano para emitir sensaciones de sumisión, recogimiento o misticismo. Es casi un acto ontológico. Es por completo un acto de fe. Las voces de fondo son angelicales,  son las de Lennon, McCartney y George Harrison interrogando ¿de donde viene toda aquella gente solitaria? ¿Es lo que sentía Brito al momento de realizar esta serie? De ese momento recuerda: “Andaba por El Cairo y estaba exponiendo. Durante todo ese tiempo, andaba con un walkman pegado (…) en cualquier lugar del mundo se escuchaba Los Beatles. Estando por el Cairo escucho de la muerte de John Lennon. Él es el primer familiar que se me muere (…)”. Así nada más entró a un cementerio local y fotografió estas esculturas de ángeles, para dar vida a un conjunto bitono, predominante en ocres y azules celestes. Finalmente lo logra: Brito, tras su acto de fe, consigue remover emociones.  Es el sentimiento lo que lo guía en su propuesta fotográfica. 

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